Momento personal

Momento personal

viernes, 30 de abril de 2010

Buque a pique- Una excelente fábula para pensar


–Mi capitán –dijo el primero de a bordo, irrumpiendo en la cabina del capitán–, nuestra nave se hunde.
–Muy bien, Mr. Spoker –dijo el capitán–, pero esa no es razón para andar a medio afeitar. Ejercite su mente un momento, Mr. Spoker, y verá que para el ojo filosófico no hay nada nuevo en nuestra situación: de esta nave (si es que se hunde) se podría haber dicho que se ha estado hundiendo desde que la echaron al mar.




–Se anega rápidamente –dijo el primero de abordo, cuando volvió tras haberse afeitado.
–¿Rápidamente, Mr. Spoker? –preguntó el capitán–. La expresión me es extraña, ya que el tiempo (si piensa en ello) es relativo.
–Señor –dijo el primero de abordo–. Me parece que sería de ínfima ayuda el embarcarnos en esa discusión cuando tendríamos que estar todos en la esclusa de Davy Jones en diez minutos.
–Por la misma razón –respondió cortés el capitán– no sería de ninguna ayuda empezar ninguna investigación de importancia; las probabilidades de que muramos antes de haberla finalizado son siempre aplastantes. Usted no ha considerado, Mr. Spoker, la situación del hombre –dijo el capitán, sonriendo y ladeando la cabeza.
–Estoy bastante más ocupado en considerar la situación de la nave –dijo Mr. Spoker.
–Habla como un buen oficial –replicó el capitán, poniendo la mano sobre el hombro del primero de abordo.
En el puente descubrieron que sus hombres habían forzado el camarote de los licores y se emborrachaban rápidamente.
–Mis hombres –dijo el capitán–, no hay razón para hacer esto. La nave se va a hundir, me diréis, en diez minutos. Muy bien y luego… ¿qué? Para el ojo filosófico no hay nada nuevo en nuestra situación. Durante el curso de nuestras vidas, estamos expuestos a rompernos un vaso sanguíneo
* o a ser alcanzados por un rayo no diré ya en diez minutos, sino cada diez segundos; y eso no nos ha impedido cenar o depositar nuestro dinero en el banco. Os aseguro, con la mano en el corazón, que soy incapaz de comprender vuestra actitud.
Los hombres andaban ya demasiado beodos para prestar atención.
–Es un espectáculo doloroso, Mr. Spoker –dijo el capitán.
–Y, no obstante, para el ojo filosófico o lo que sea –replicó el primero de abordo– podrían haberse emborrachado desde que subieron al barco.
–Ignoro si usted atiende siempre a mis razonamientos, Mr. Spoker –objetó cortésmente el capitán–. Pero prosigamos.
En la santabárbara encontraron a un viejo marino fumando su pipa.
–Por Dios –exclamó el capitán–, pero… ¿Qué se propone?
–Bueno, señor –dijo el viejo lobo de mar, excusándose–, como nos dijeron que nos íbamos a pique.
–¿Y suponiendo que así fuera? –dijo el capitán–. Para el ojo filosófico no habría nada nuevo en nuestra situación. La vida, mi viejo compañero, la vida, en cualquier momento y bajo cualquier perspectiva, es tan peligrosa como un barco que se hunde; y aun así es costumbre educada del hombre llevar paraguas, polainas, comenzar vastas obras y conducirse en cualquier caso como si pensara ser eterno. Y en cuanto a la pobre parte que me concierne, yo debería desestimar al hombre que, incluso a bordo de una nave a pique, dejar de tomar una píldora o de dar cuerda a su reloj. Ese, mi amigo, no sería un comportamiento humano.
–Excúseme, señor –dijo Mr. Spoker–, pero… ¿Cuál es la diferencia entre afeitarse en una nave a pique y fumar en la santabárbara?
–¿O hacer cualquier cosa en circunstancias concebibles? –clamó el capitán.
–Perfectamente razonado. ¡Deme un puro!
Dos minutos después la nave estalló en una detonación gloriosa.

Robert Louis Stevenson, Fábulas.

* Curiosa situación de presciencia: Stevenson murió de la rotura de un aneurisma cerebral...

2 comentarios:

  1. Para los que gustan de la filosofía, he aquí una deliciosa ironía del genial Tusitala, ("el que cuenta historias")es para pensar... ¿¿¿No les parece???

    ResponderEliminar
  2. Gracias Juan por tu ocurrente blog, felicitaciones!!

    ResponderEliminar